El Parque Natural de Cap de Creus situado en el extremo noreste de Cataluña, a unos 25 kilómetros al sur de la frontera francesa, tiene una superficie de 190 kilómetros cuadrados de un extraordinario valor paisajístico.
Se trata de una zona muy castigada por grandes incendios forestales, el último en el año 2000, y por el pastoreo hasta mediados del siglo pasado. Actualmente es seca y muy rocosa, la actividad humana y las condiciones climatológicas han condicionado la salud de su cubierta vegetal, recubierta por un matorral homogéneo, lo que ha provocado la disminución de la biodiversidad y una tendencia a la pérdida de la riqueza de los suelos por la erosión.
La repoblación desarrollada en terrenos de un bosque gestionados por la administración forestal permitió restablecer y recuperar, con vegetación autóctona, una superficie de 28,5 hectáreas, en las cuales previamente se ha desbrozado el matorral presente y posteriormente se han hechos los hoyos y la plantación. Se plantaron más de 35.000 árboles, pino piñonero (Pinus pinea) y pino blanco (Pinus halepensis), mayoritariamente, junto con encina (Quercus ilex), alcornoque (Quercus suber) y roble (Quercus humilis). Como especies acompañantes, diferentes árboles de fruto autóctonos de la zona que constituyen alimento para la fauna avícola.